Acné: factores contribuyentes y tratamientos

El acné vulgar es la afección cutánea más común en los países industrializados. Suele manifestarse durante la pubertad, coincidiendo con los cambios hormonales, y puede continuar hasta la adultez tardía. Aproximadamente entre el 80% y 90% de los jóvenes experimentan algún grado de impurezas, y alrededor del 20% al 30% de ellos buscarán tratamiento médico. Además, está en aumento el número de adultos, especialmente mujeres, que desarrollan acné en etapas posteriores de la vida.

En el acné, la piel suele ser grasa y presenta poros abiertos y cerrados (puntos negros y puntos blancos) en áreas como la cara, y a menudo también en el cuello, los hombros, el pecho y la espalda. En casos moderados o graves, la piel se enrojece y aparecen pápulas y pústulas inflamadas. El acné puede ser emocionalmente estresante, persistente y provocar hiperpigmentación postinflamatoria (HPI) o cicatrices a largo plazo.

La hiperpigmentación postinflamatoria se manifiesta como una mancha plana de cambio de color en la piel tras una inflamación, como el acné o el eccema, especialmente en personas con piel más oscura. Aunque puede desvanecerse con el tiempo, los tratamientos dermatológicos y despigmentantes pueden ser útiles.

Obtén más información sobre la hiperpigmentación.

1. Seborrea:

La seborrea es la producción excesiva de sebo. Normalmente, las glándulas sebáceas secretan sebo, una sustancia oleosa, para lubricar la piel y el cabello. Sin embargo, factores como las hormonas, el clima, ciertos medicamentos y la predisposición genética pueden desencadenar un aumento en esta producción.

La secreción excesiva de sebo también puede conducir a la dermatitis seborreica, una condición inflamatoria común que provoca escamas de color blanco a amarillo en áreas grasosas como el cuero cabelludo o detrás de las orejas. Puedes leer más sobre la dermatitis seborreica aquí.

2. Hiperqueratosis:

La hiperqueratosis (o hiperqueratinización) es el engrosamiento de la capa externa de la piel (estrato córneo), donde las células muertas y queratinizadas no se desprenden adecuadamente, bloqueando los conductos de las glándulas sebáceas e interfiriendo en la liberación de sebo.

Cuando hay un exceso de sebo (seborrea) y las células muertas de la piel no se desprenden correctamente (hiperqueratosis), ambos pueden acumularse en el folículo piloso y formar un tapón blando. Este tapón puede causar un comedón cerrado (punto blanco) o, si está cerca de la superficie, un comedón abierto (punto negro).

3. Colonización microbiana:

Las bacterias que normalmente habitan la piel de manera inofensiva (propionibacterias) pueden acumularse en los folículos bloqueados, provocando la formación de pápulas, pústulas, nódulos o quistes.

4. Inflamación:

Esto genera enrojecimiento e inflamación de la piel. En casos graves de acné, la pared del folículo puede romperse en la fase final de la inflamación, liberando lípidos, ácidos grasos, células muertas, bacterias y fragmentos celulares, lo que ocasiona inflamación profunda en los tejidos circundantes.

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Si sigues teniendo cierta confusión acerca de si tus síntomas están relacionados o no con el acné, solicita asesoramiento dermatológico de un médico u otro especialista en la piel.

Se considera que las hormonas juegan un papel fundamental en el desarrollo del acné, lo que lo hace más común en adolescentes, aunque puede afectar a personas de cualquier edad. Durante la pubertad, el aumento de los andrógenos en chicos y chicas provoca que las glándulas sebáceas produzcan más sebo del que la piel necesita.

Además de la cantidad de hormonas en circulación, la sensibilidad aumentada de las glándulas sebáceas también contribuye al desarrollo del acné.

La mayoría de los casos de acné desaparecen por sí solos después de la pubertad, pero un tratamiento adecuado es esencial para evitar cicatrices permanentes.

Debido a la sensibilidad hormonal de las glándulas sebáceas, el acné en adultos puede aparecer en mujeres con condiciones hormonales como el síndrome de ovario poliquístico. El estrés psicológico también es un posible desencadenante del acné en mujeres adultas.

Bacterias: En personas con piel propensa al acné, el exceso de sebo crea un entorno ideal para la proliferación de bacterias del acné, como Propionibacterium acnes, que normalmente son inofensivas. Esto puede provocar inflamación y la aparición de granos rojos o con pus.

Contrario a ciertos mitos, el acné no es consecuencia de una falta de higiene. De hecho, una limpieza excesiva con productos agresivos puede irritar la piel y empeorar la situación.

También se considera que los genes influyen en el riesgo de desarrollar acné. Si ambos padres han sufrido de acné, es más probable que sus hijos también lo padezcan. De manera similar, si uno o ambos padres presentan acné en la adultez, sus descendientes tienen una mayor probabilidad de experimentar acné en esa etapa de la vida.

Algunos medicamentos, como los esteroides y el litio, son conocidos por desencadenar acné en ciertas personas.

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Existen numerosos mitos en torno al acné, muchos de los cuales injustamente responsabilizan a la persona afectada. Se suele afirmar que el acné es resultado de tener la piel sucia, una mala higiene o una dieta inadecuada, o que es contagioso. Estos mitos, además de ser falsos, pueden generar un sufrimiento innecesario en quienes ya experimentan baja autoestima o confianza. Los dermatólogos están capacitados para distinguir los hechos de las creencias erróneas.

Aunque no son la causa directa del acné, ciertos factores pueden empeorar sus síntomas:

• Dieta alta en carbohidratos refinados (como azúcar y harina blanca).
• Consumo excesivo de leche de vaca y productos lácteos (excepto el queso).
• Fumar.
• Uso de maquillaje que obstruye los poros.
• Productos para el cuidado de la piel con ingredientes comedogénicos.

Es importante seguir algunas pautas generales:

• Utiliza agua tibia y un limpiador adecuado (el agua muy caliente o fría puede empeorar el acné).
• Permite que las espinillas o granos sanen por sí solos (exprimirlos puede empeorar la situación y causar cicatrices).
• Aplica únicamente productos no comedogénicos para el cuidado de la piel.
• Elige maquillaje no comedogénico.
• Retira el maquillaje al final del día.

Es importante pedir asesoramiento dermatológico en las etapas tempranas del acné, incluso cuando los síntomas son leves, dado que un tratamiento médico eficaz puede prevenir el empeoramiento de la enfermedad y consecuencias como la retracción cicatricial.

Aunque no existe una "cura" definitiva para la piel con impurezas y tendencia al acné, tanto los tratamientos médicos como no médicos pueden ser muy eficaces para prevenir la aparición de nuevas lesiones y cicatrices.

Dependiendo de la gravedad del acné, las personas afectadas pueden beneficiarse de una rutina de limpieza y cuidado, como la gama DermoPure Oil Control, y recibir tratamientos médicos recetados, como retinoides o antibióticos orales, o una combinación de ambos. Dado que algunos tratamientos médicos pueden causar sequedad, es recomendable complementarlos con productos hidratantes adecuados.

Esta rutina diaria también debe incluir un protector solar diseñado para piel grasa y con tendencia al acné, como Sun Gel-Creme Oil Control Dry Touch FPS 30/50+. Además de proteger contra los rayos UVA y UVB, estos productos ofrecen protección celular biológica y tecnología de control de grasa con L-carnitina para regular la producción de sebo, junto con pigmentos que absorben los lípidos.

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