Los filtros frente a rayos UV son el único modo que existe para proteger la piel del daño provocado por el sol: en lo referente a la protección solar, son irreemplazables. No obstante, se ha producido un debate público en torno a algunos de estos filtros, ya que se sospechaba que afectaban a la vida marina. Dos de ellos, en particular, la oxibenzona y el octinoxato, parecen contribuir potencialmente al blanqueamiento de los corales, es decir, que afectan negativamente a nuestro frágil ecosistema marino.1,2
En mayo de 2018, el estado de Hawái (EE. UU.) aprobó una ley que prohíbe el uso de estos dos componentes en los protectores solares a partir del 1 de enero de 2021.
1 Danovaro et al, Environ Health Perspect 116 (2008) 441-447
2 Downs et al, Ecotoxicology 23 (2014) 175-91