Los rayos UVA penetran en las capas más profundas de la piel. Estimulan la producción de radicales libres en la piel, lo que provoca una agresión oxidativa y puede causar un daño indirecto en el ADN, donde los radicales libres modifican el ADN de las células con el tiempo. Los rayos UVA suelen asociarse habitualmente con el fotoenvejecimiento (envejecimiento prematuro de la piel provocado por el sol). También pueden desencadenar alergias solares, como la erupción polimorfa leve (PLE). 

Los rayos UVB proporcionan a la piel la energía que necesita para producir vitamina D y estimular la producción de melanina, el propio proceso de protección de la piel para reducir el daño celular y la responsable del bronceado. Los rayos UVB no penetran tanto como los rayos UVA; solo se infiltran en las capas más externas de la piel, pero causan daños más inmediatos, como quemaduras solares. El ADN de las células absorbe los rayos UVB de inmediato, lo que puede producir dermopatías como la queratosis actínica y cáncer de piel.
Ambos tipos de rayos UV pueden causar hiperpigmentación y contribuir a problemas de piel tales como manchas solares (también conocidas como manchas de la edad) y melasmas.

Tendemos bastante a no aplicar la cantidad correcta de protección en zonas vitales como la cara, el cuello, la cabeza, la nariz y el cuero cabelludo, que son superficies clave de sobreexposición a los nocivos rayos UVB y UVA. De hecho, nuestro estudio concluyó que los hombres se dejan el 13 % de la superficie corporal expuesta sin protección¹ al aplicarse el protector.

Por tanto, es importante aplicar el protector solar de manera uniforme en la cara y las zonas del cuerpo expuestas al sol. El factor de protección especificado solo se consigue con una cantidad aplicada de 2 mg por cada cm2. Antes de aplicarse otros productos cosméticos, es preciso esperar a que se absorba el producto primero. Hay que repetir la aplicación cada dos horas durante la exposición solar.

Utilice cantidades correspondientes a la longitud de un dedo para determinar la dosis correcta. La longitud de un dedo equivale a dos gramos de producto aproximadamente. Aplique el producto de la siguiente manera:

• Cara: ½ longitud de un dedo (1 g aprox.)
• Cuello: ½ longitud de un dedo (1 g aprox.)
• Cuero cabelludo: longitud de un dedo (2 g aprox.)
• Escote: ½ longitud de un dedo (1 g aprox.)
• Cada antebrazo: longitud de un dedo (2 g aprox.)
• Cada dorso de la mano: ½ longitud de un dedo  (1 g aprox.)
  
  

^{1 Estudio interno de Beiersdorf de 2016 sobre el uso de la protección solar con 52 participantes (29 mujeres y 23 hombres)}

Adoptar una actitud sensata frente al sol es la mejor manera de minimizar el riesgo de sufrir daños solares en la piel:

• Evite la sobreexposición al sol y manténgase alejado de la luz solar directa durante las horas más intensas, desde mediodía hasta las tres de la tarde.
• Cúbrase la piel con prendas protectoras, incluidos el sombrero y las gafas, siempre que sea posible.
• Aplíquese el protector solar minuciosamente y repita las aplicaciones regularmente para asegurarse de mantener el nivel necesario de cobertura para protegerse de los daños en la piel que producen los rayos UV.
• Recuerde que los daños solares no solo los sufren los que toman el sol. Los rayos nocivos pueden afectar a la piel incluso en días nublados, por lo que se debe proporcionar la protección adecuada a cualquier parte del cuerpo que esté habitualmente expuesta (el cuello, la cara, las manos, los brazos y el escote, por ejemplo) durante todo el año.